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En todo el mundo, comer carne roja se ha asociado durante mucho tiempo con el riesgo de cáncer. Sin embargo, resulta que no todo está tan claro. Un estudio reciente publicado en el British Medical Journal muestra que no es la carne, sino la forma en que se cocina.
La carne roja es la carne de mamíferos y aves, que tiene un tono rojo debido a la presencia de la proteína mioglobina (por ejemplo: carne de res, cerdo, cordero, carne de caballo, en parte carne de pavo y conejo).
Científicos de Cambridge analizaron la nutrición de 1630 hombres y 2030 mujeres de 35 a 74 años.
Los autores del estudio Brian D. Cox y Margaret J. Wichellow señalaron:
"No encontramos ninguna relación entre comer carne roja más de una vez a la semana y un mayor riesgo de cáncer".
Sin embargo, en los EE. UU., donde la carne roja se cocina de manera diferente, se ha encontrado una relación similar. Los investigadores notaron que la carne asada frita aumentaba la probabilidad de cáncer de estómago y de esófago tres veces en comparación con aquellos que preferían la carne ligeramente frita o hervida.
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