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Comportamiento "tóxico" de las personas: tipos, causas y formas de protegerse

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Cada uno de nosotros se comunica con decenas de personas todos los días. Se trata de contactos familiares, de amistad y de negocios, encuentros fugaces en el transporte, en las tiendas y en la calle, llamamientos dirigidos a diversas organizaciones. A veces, la comunicación deja un regusto desagradable, cuya causa es difícil de explicar. Los psicólogos creen que este sentimiento surge cuando nos encontramos con personas propensas a las llamadas conductas tóxicas.

Hoy hablaremos sobre sus tipos y causas, así como formas de salvar los nervios y mantener la tranquilidad al tratar con personas que se comportan de esta manera.

 

1. Susceptibilidad

La sensibilidad excesiva a menudo se considera un signo de ternura, sensibilidad e incluso timidez. De hecho, la costumbre de sentirse ofendido por cualquier palabra y percibir la broma más inocente como una grosería no tiene nada que ver con una fina organización mental. Es más bien una tendencia a manipular a otras personas usando un sentido de culpa cultivado artificialmente. Tal posición surge sobre la base de la baja autoestima y el deseo de sobresalir, sin hacer nada significativo para esto.

 

2. Acumulación de negatividad

Estas personas en cualquier circunstancia solo notan puntos negativos. No es de extrañar que su eterno abatimiento provoque irritación mezclada con culpa entre otras, que los “negativos” utilizan para sus propios fines: por regla general, creen que merecen una mayor atención y una lealtad excepcional. Sin embargo, a ellos mismos no les preocupa en absoluto que sus comentarios sobre lo mal que están las cosas se reflejen en el estado de ánimo de otra persona.

 

3. Autoadmiración

Cuando una persona se elogia constantemente a sí misma, se vuelve difícil comunicarse con ella, incluso si tiene mucho éxito. El hecho es que no se fija en otras personas, no sabe nada de ellas y no está interesado en nadie más que en sí mismo. Las personas a su alrededor generalmente no sufren de esto, pero tampoco buscan contactar a un egoísta narcisista.

 

4. Posición de la víctima

A primera vista, esa persona parece miserable e inofensiva. Solo está seguro de que quienes lo rodean son injustos con él y que las circunstancias de la vida son injustificadamente crueles. Del interlocutor, solo espera simpatía y comprensión.

De hecho, esta posición es extremadamente conveniente. Ella es capaz de justificar cualquier error, falta de voluntad para tomar decisiones e incluso la comisión de actos indecorosos. La comunicación con la “víctima” es desagradable: los intentos de consolarla o realmente ayudarla hacen que proteste, y las garantías de que el mundo no es tan malo son acusaciones agresivas de insensibilidad.

 

5. Hablador

La comunicación con un conversador siempre cansa, lo cual no tiene nada que ver con el contenido de la conversación: una persona demasiado locuaz puede ser interesante, erudita e ingeniosa. Sin embargo, al entrar en contacto con él, el interlocutor suele tener la sensación de que el hablante lo está utilizando en cierta medida: ignora sus pensamientos, sentimientos, experiencia de vida e incluso el hecho de tener o no tener tiempo libre de antemano. Sentirse como un simple receptor de información es una pena, incluso si está completamente dotado del talento de un oyente.

 

6. Falta de autocontrol

A todo el mundo le pasan cosas malas. Cada uno de nosotros puede sentirse mal, cansado o molesto, pero descargar nuestras emociones en otras personas es inaceptable. Las personas que no pueden controlarse son desagradables. Siempre puedes esperar rudeza o histeria de ellos. Esto mantiene a los demás en constante tensión, lo que no tiene el mejor efecto en su salud y estilo de comunicación.

Sucede que una persona simplemente no quiere controlarse, considerando las peculiaridades de su comportamiento como un signo de una personalidad brillante. Otros perciben tales brotes como una manifestación de malos modales. Las disculpas ("Lo siento, me rompí") dejan de inspirar confianza muy rápidamente si surgen situaciones desagradables durante la comunicación con demasiada frecuencia.

 

7. Perfeccionismo excesivo

Un doloroso deseo de idealidad es uno de los rasgos más inconvenientes para quienes te rodean. Puede ser difícil entender a un perfeccionista, especialmente en los casos en que sus rarezas se relacionan con momentos cotidianos comunes (lavar los platos, poner las cosas en orden en el hogar, el estado de la ropa y los zapatos, etc). Es aún más difícil aceptar el constante quisquilloso: como regla, una persona así no puede aceptar el estilo de vida de otras personas y cree que sus preferencias son más importantes que todas las demás circunstancias e incluso por encima de la cortesía elemental. La comunicación con un perfeccionista deja una sensación de resentimiento, evaluaciones injustas y fatiga por el tedio.

 

8. Falta de compasión

Los adultos suelen seguir reglas de conducta generalmente aceptadas. Se dan cuenta de que es inaceptable alegrarse de los problemas de otras personas, mostrar desdén por los discapacitados, reírse de las deficiencias físicas o intelectuales. Una persona que se comporta de manera diferente no solo es desagradable, sino que provoca una sensación de imprevisibilidad y peligro.

La incapacidad abiertamente demostrada para simpatizar se percibe como un signo de infantilismo y limitación mental. Además, cada manifestación pública de insensibilidad conlleva una reacción inmediata de los demás, que amenaza con desarrollar un conflicto abierto. No es de extrañar que intenten minimizar los contactos con esa persona.

 

9. Busca aprobación

La duda se manifiesta en algunas personas por una búsqueda constante de críticas positivas externas. En esta situación, es desagradable comunicarse con una persona por dos razones. Primero: hace algo que no está del todo bien tan a menudo como otras personas, pero no percibe ni la más leve crítica. En segundo lugar, una persona que busca aprobación toma demasiado tiempo de los demás, exigiendo constantemente atención para sí mismo. En lugar de simpatía, provoca una sensación de fatiga e incomodidad.

 

En la mayoría de los casos, la causa del comportamiento "tóxico" está directamente relacionada con la baja autoestima. Las personas que no saben comunicarse con normalidad, hasta cierto punto, utilizan a los demás para autoafirmarse. Los contactos con ellos suelen terminar en un estado de ánimo malcriado. Las situaciones son especialmente desagradables cuando es imposible evitar la comunicación regular. Si su colega o familiar es propenso a comportamientos "tóxicos", corre el riesgo no solo de perder el equilibrio mental, sino también de convertirse en víctima de una de las muchas enfermedades causadas por el estrés prolongado. ¿Qué hacer?

  • Primero, cuídate a ti mismo. Es importante entender que es imposible cambiar el comportamiento de otra persona. Los intentos de discutir, convencer de la incorrección de su posición no darán nada, excepto un mayor deterioro de las relaciones.
  • En segundo lugar, tiene sentido evaluar la situación desde un punto de vista médico. El hecho es que algunos tipos de comportamiento "tóxico" son síntomas de dolencias: la precisión patológica a veces ocurre con el trastorno obsesivo compulsivo, la susceptibilidad, con neurosis, la locuacidad, con trastorno por déficit de atención, etc.
  • En tercer lugar, el comportamiento "tóxico" generalmente se dirige a todos los que te rodean, y no a ti personalmente. Esto significa que la incomodidad asociada con tal comunicación no debe tomarse en serio. Si la persona que te molesta está enferma, solo puedes sentir lástima por él. En cualquier caso, el contacto con él debe mantenerse al mínimo tanto como sea posible.

Fuente: neboleem.net