Miedos infantiles: causas, errores de los padres, soluciones

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El miedo es una de las emociones más importantes en la vida humana. Nos protege de amenazas reales y potenciales, ayudándonos a reaccionar a tiempo ante situaciones peligrosas. Sin embargo, los miedos excesivos o inconscientes a menudo conducen a trastornos neuróticos y enfermedades psicosomáticas. Además, la capacidad de gestionar los propios miedos se desarrolla en la infancia, y aquí el papel de los padres es fundamental.

En este artículo analizaremos por qué se forman los miedos en los niños, cómo evitar errores en la educación y cómo reaccionar adecuadamente ante los estados de ansiedad del niño.

 

La importancia de una relación saludable con el miedo

El miedo no es algo “vergonzoso” o “anormal”: sin esta emoción, el ser humano no podría adaptarse al mundo ni sobrevivir en él. Para un niño, el miedo es una señal de que una situación puede ser peligrosa o incomprensible. Si los padres no le dan importancia o, peor aún, se burlan de los miedos del niño, las consecuencias pueden ser mucho más graves que una simple preocupación momentánea.

  • El papel de los padres: es importante no ignorar los miedos del niño, sino trabajar con ellos. Discutir sus pensamientos ansiosos, tranquilizarlo y hacerle entender que tener miedo es normal.
  • Apoyo empático: la psique infantil es muy flexible. Con el enfoque adecuado, los padres pueden ayudar al niño a comprender la naturaleza de sus miedos y a aprender a controlar sus emociones.

 

Principales causas de los miedos infantiles

Los especialistas identifican tres grupos principales de factores que influyen en la formación de los miedos en los niños. Estas causas se dividen convencionalmente según las etapas del desarrollo infantil.

 

1. Estrés prenatal

Existe la teoría de que el bebé, incluso en el útero materno, puede “percibir” el estado emocional y hasta experimentar estrés. Entre estos factores se incluyen:

  • Embarazo no deseado o intención inicial de abortar.
  • Discusiones y conflictos constantes entre los padres durante el embarazo.
  • Traumas psicológicos o físicos graves de la madre durante la gestación.
  • Parto difícil con complicaciones.

Todo esto puede afectar la formación del sistema nervioso del niño. Por ello, es importante que la futura madre mantenga la calma y evite, en la medida de lo posible, los choques emocionales fuertes.

 

2. Estrés en la edad preescolar

En la infancia temprana, la psique del niño comienza a interactuar activamente con el mundo exterior, y cualquier situación traumática puede consolidarse en forma de miedo persistente. Las principales causas incluyen:

  • Conflictos y discusiones frecuentes en la familia.
  • Enfermedad y fallecimiento de seres queridos.
  • Sobresaltos fuertes (ruidos fuertes repentinos, situaciones de emergencia, etc.).
  • Ver películas de terror u otro contenido inadecuado para niños.
  • Medidas disciplinarias severas, como castigos físicos o amenazas.

En esta etapa, es crucial tratar con delicadeza la psique del niño en edad preescolar, ya que es cuando se forma su confianza básica en el mundo.

 

3. Estrés en la edad escolar

Cuando el niño comienza la escuela, enfrenta nuevos roles sociales y una mayor responsabilidad, lo que puede generar ansiedad. Los factores escolares más comunes incluyen:

  • Gritos del maestro, reprimendas públicas frente a toda la clase.
  • Amenazas relacionadas con un bajo rendimiento académico.
  • Relaciones tensas con los compañeros (incluyendo acoso escolar y exclusión social).
  • Procedimientos médicos desagradables cuya naturaleza el niño desconoce.
  • Participación en funerales y enfrentamiento con la muerte en un contexto real.
  • Ver películas y series con elementos de violencia y terror.

Si los padres prestan atención al estado emocional del niño, se interesan por sus relaciones en la escuela y lo ayudan a gestionar sus miedos, muchos problemas pueden resolverse en una etapa temprana.

Niños gritando mientras ven una película de terror

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Errores de los padres que agravan los miedos infantiles

1. “Fortalecer” a través del miedo

Algunos padres creen que dejar al niño solo en la oscuridad o asustarlo intencionalmente ayuda a desarrollar su resistencia a situaciones estresantes. En la práctica, tales acciones a menudo aumentan la ansiedad. Si el niño tiene miedo a la oscuridad, obligarlo a pasar mucho tiempo en un lugar aislado y oscuro puede conducir a trastornos neuróticos, en lugar de fortalecer su carácter.

Cree un ambiente en el que el niño pueda acostumbrarse gradualmente a sus “monstruos”. Por ejemplo, se puede usar una luz nocturna, dejar la puerta entreabierta o hablar con el niño antes de dormir para explicarle que todo está bien.

 

2. Ignorar y menospreciar

“Los miedos infantiles no son nada, desaparecerán solos” es uno de los errores más peligrosos. En realidad, los trastornos neuróticos infantiles son mucho más frecuentes de lo que parece. Si un niño se queja de pesadillas, experimenta ansiedad sin motivo aparente o entra en pánico en situaciones simples, esto puede ser una señal de problemas psicológicos graves.

Si los miedos del niño no desaparecen, sino que aumentan, es mejor acudir a un psicólogo infantil. Un especialista ayudará a identificar la raíz del problema y dará orientación sobre cómo resolverlo correctamente.

 

3. Intimidación como método educativo

Frases como “Te voy a entregar a un extraño” o “Te dejaré aquí solo si no obedeces” generan fobias persistentes en el niño. Este tipo de crianza socava su confianza en el mundo y puede llevar a la introversión y, en el futuro, a conflictos en entornos sociales más amplios.

En lugar de amenazas, utilice explicaciones racionales. Explique las consecuencias de las acciones y enseñe al niño a asumir la responsabilidad de sus actos sin recurrir al miedo.

 

4. Castigar por tener miedo

Castigar a un niño por sentir miedo significa obligarlo a ocultar sus emociones. En estos casos, el miedo no desaparece, sino que se transforma en un problema más profundo, ya que el niño deja de confiar en sus seres queridos.

Demuestre empatía, pregunte qué es exactamente lo que le asusta y explíquele que incluso los adultos sienten miedo a veces, pero aprenden a afrontarlo. Buscar juntos una solución ayuda al niño a sentirse apoyado.

 

El significado evolutivo del miedo y su manifestación en los niños

Desde el punto de vista del desarrollo humano, el miedo cumple una función protectora al ayudar a evitar peligros. En los niños, esta emoción también indica que aún no comprenden completamente el mundo y necesitan la ayuda de los adultos. En cierto sentido, el niño repite el “camino” de la humanidad, que en la antigüedad temía los fenómenos naturales hasta que aprendió a explicarlos.

 

Cuentos, “historias de miedo” y su papel en la superación de los temores

Muchos creen que los cuentos de miedo solo intensifican las fobias infantiles. Sin embargo, la experiencia demuestra que las historias “aterradoras” pueden ayudar al niño a gestionar conscientemente sus miedos e incluso a superarlos. Cuando el protagonista del cuento enfrenta situaciones aterradoras, el niño aprende a ver los peligros desde la distancia, y un final feliz refuerza su confianza en un desenlace positivo.

  1. Traslado del miedo a un entorno seguro. En los cuentos, todos los horrores quedan en el mundo de la fantasía, y el niño puede “cerrar el libro” o pedir una pausa en cualquier momento.
  2. Control de la situación. Al escuchar una historia, el niño aprende a regular la intensidad de los momentos aterradores, ya que en cualquier momento puede cambiar de tema o discutir lo sucedido con sus padres.
  3. Desarrollo de la confianza. Cuando el héroe del cuento finalmente vence al villano, el niño recibe un refuerzo emocional y se convence de que el miedo se puede superar.

Para que un cuento realmente ayude, es recomendable elegir historias en las que el protagonista sea similar al niño y viva en un entorno familiar. De esta manera, el niño experimenta junto al personaje todas las etapas: del miedo a la victoria sobre él.

Padres y niño leyendo un cuento en la cama por la noche

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Consejos prácticos para los padres

  1. Comunique y escuche. Pregunte regularmente al niño sobre sus sentimientos. Muéstrele que está dispuesto a escucharlo y comprenderlo, no a juzgarlo.
  2. No minimice sus miedos. Nunca diga frases como “No digas tonterías”. Para el niño, su miedo es muy real y necesita apoyo.
  3. Fomente un ambiente seguro. Si el niño tiene miedo a la oscuridad, encienda una luz nocturna, dele su juguete favorito o quédese cerca.
  4. Utilice cuentos. Lean juntos historias de miedo adecuadas para su edad con un final positivo, para que el niño aprenda a manejar sus temores.
  5. Evite la agresión y las amenazas. Un niño no se sentirá seguro si sus propios padres le generan estrés.
  6. Controle el contenido. Supervise lo que el niño ve en televisión y en qué sitios web navega en internet.
  7. Consulte a un especialista. Si los miedos son persistentes y afectan su rendimiento escolar o su sueño, no dude en acudir a un psicólogo o terapeuta.

 

Los miedos infantiles son una parte natural del crecimiento. Lo importante no es intentar “eliminarlos” por completo, sino enseñar al niño a afrontarlos adecuadamente y superarlos. En esto radica la clave para formar una personalidad emocionalmente estable y segura.

Las acciones erróneas, como los castigos, las amenazas o la “fortaleza” forzada, pueden convertir el miedo en una fuente de problemas psicológicos a largo plazo. En cambio, el apoyo empático, el diálogo afectuoso y el uso adecuado de los cuentos ayudan al niño a desarrollar una sensación de seguridad y confianza. Así se crean las condiciones para un desarrollo armonioso y se sientan las bases para un futuro exitoso.