
La cuestión de si es posible “cambiar” a un niño según las propias ideas e ideales es relevante para muchos padres. A primera vista, puede parecer que los padres, al tener experiencia y autoridad, tienen derecho a formar el carácter de su hijo siguiendo ciertos patrones. Sin embargo, las investigaciones psicológicas y la experiencia práctica demuestran que un afán excesivo de los padres por “moldear” a su hijo según sus estándares suele llevar a consecuencias negativas, como conflictos internos, falta de confianza en sí mismo y tensión emocional.
A continuación, veremos por qué sucede esto, y analizaremos cómo los padres pueden encontrar un equilibrio entre la crianza y el respeto por la personalidad del niño.
La singularidad del niño: por qué no se debe ignorar
Cada niño nace con su propio temperamento innato, inclinaciones e intereses. La individualidad del niño se forma bajo la influencia de factores genéticos, del entorno cultural y de las experiencias tempranas. Esto significa que un niño, por naturaleza, puede ser más tranquilo o enérgico, tímido o sociable, inclinado a la creatividad o al pensamiento analítico.
Ignorar esta singularidad innata puede hacer que el niño comience a reprimir sus deseos y habilidades naturales, intentando cumplir con las expectativas de sus padres. Tal “violencia contra uno mismo” puede provocar conflicto interno, ansiedad y, a largo plazo, incluso trastornos neuróticos.
Hecho interesante
Investigaciones en el campo de la psicología infantil (como los trabajos de Alexander Thomas y Stella Chess sobre los tipos de temperamento “fácil”, “difícil” y “de calentamiento lento”) confirman que un patrón de comportamiento determinado se establece ya a una edad temprana. Los padres a menudo deben adaptar su estilo de crianza al temperamento del niño, y no al revés.
Aspectos psicológicos del afán por “cambiar” al niño
Los métodos autoritarios de crianza, basados en un control estricto y en la exigencia de “ser como yo quiero”, pueden causar emociones negativas en el niño y reducir su autoestima. Cuando los padres intentan “cambiar” al niño a su antojo, le están indicando que sus propios sentimientos, pensamientos y comportamientos no tienen valor. Con el tiempo, esto puede llevar a:
- Resentimiento y agresión reprimidos: el niño puede acumular descontento o ira, que tarde o temprano encontrarán una salida — en forma de rebelión, agresión pasiva o comportamiento autodestructivo.
- Pérdida de sus propios referentes: al tratar de cumplir con estándares ajenos, el niño deja de escuchar sus señales internas y no entiende qué es lo que realmente desea.
- Desarrollo de una baja autoestima: el niño empieza a considerarse “incorrecto” e “indigno” sin una guía constante desde el exterior.

Diferencia entre “aceptación” y “aprobación”
A menudo, los padres confunden los conceptos de “aceptar al niño” y “aprobar todas sus acciones”. La aceptación de la personalidad del niño implica respetar sus sentimientos, necesidades y características individuales. Sin embargo, esto no significa que haya que estar de acuerdo con cualquier comportamiento. Se trata de que el padre reconozca el derecho del niño a ser él mismo, pero al mismo tiempo guíe suavemente su comportamiento si contradice las normas morales o causa daño a otras personas.
Si el niño muestra crueldad hacia sus compañeros, el padre debe explicar por qué ese comportamiento es inaceptable, ayudarle a comprender los sentimientos de otros niños y enseñarle formas constructivas de expresarse. Es importante no simplemente prohibir y gritar, sino mostrar cómo actuar de manera diferente. Insultar o humillar al niño en una situación así solo aumentará la resistencia interna y no dará el resultado deseado.
Crianza sin violencia: caminos alternativos para interactuar
En lugar de métodos estrictos de “cambio”, existen formas más saludables de influir en el desarrollo del niño:
- Desarrollar la empatía y la inteligencia emocional: enseñe al niño a comprender sus propios sentimientos y las emociones de otras personas. Por ejemplo, haga preguntas como “¿Qué sientes cuando...?” o “¿Qué crees que siente otra persona en esta situación?”.
- Fomentar la autonomía: brinde al niño la oportunidad de tomar decisiones en pequeños asuntos — elegir la ropa, un libro para leer o un juego para jugar. Esto fortalece la confianza en sí mismo y enseña responsabilidad.
- Ser flexible: esté dispuesto a ajustar sus expectativas. Si el niño no muestra interés en el deporte, quizás prefiera la música o la ciencia. Ofrezca diversas opciones para que el niño pueda encontrar lo que realmente le apasiona.
- Ser un ejemplo: los niños aprenden a menudo a través de la observación. Si los padres se comportan con respeto, tolerancia y responsabilidad, el niño adoptará esos modelos de comportamiento.
Consecuencias potenciales de la “violencia” sobre la personalidad del niño
A menudo, los niños que crecen en un ambiente de exigencias constantes de “ser diferente” enfrentan problemas como:
- Problemas de autoidentificación: en la edad adulta, las personas que fueron “moldeadas” en su infancia pueden tener dificultades para elegir una profesión, pareja y un camino de vida.
- Depresión y trastornos de ansiedad: los deseos y emociones reprimidos en la infancia pueden llevar a problemas psicológicos persistentes.
- Transferencia de un modelo agresivo a otros: un niño que aprende a “reprimirse” a sí mismo, en el futuro puede usar métodos similares en las relaciones con otras personas o con sus propios hijos.
La aceptación, basada en el respeto por la personalidad del niño, por el contrario, contribuye al bienestar psicológico. Aumenta el nivel de confianza, fortalece el vínculo emocional en la familia y ayuda al niño a crecer como una persona segura y emocionalmente estable.

Recomendaciones prácticas para los padres
- Aprender constantemente: lea literatura sobre crianza y estudie diferentes estilos de comportamiento parental. Aprenda más sobre cómo las características del temperamento pueden afectar el comportamiento del niño.
- Conversar regularmente con el niño: discuta sus sentimientos, dudas y planes. El diálogo ayuda a comprender mejor el mundo interior del niño y a ajustar su influencia parental a tiempo.
- Fomentar la motivación positiva: en lugar de castigos y críticas constantes, utilice elogios y recompensas por los éxitos o intentos sinceros de cambiar un comportamiento destructivo.
- No tenga miedo de pedir ayuda: si siente que la situación se está descontrolando, acuda a un psicólogo, que ayudará a encontrar el enfoque adecuado para el niño teniendo en cuenta sus características individuales.
- Ser un ejemplo con su comportamiento: los niños aprenden observando a los padres. Muestre en su propia vida aquello que desea enseñarles.
Conclusión: una crianza armoniosa es el camino hacia una personalidad saludable
El esfuerzo por “cambiar” al niño sin tener en cuenta sus cualidades únicas a menudo termina en conflictos internos y traumas emocionales. Al mismo tiempo, el respeto por la individualidad y la capacidad de corregir suavemente las manifestaciones no deseadas son la clave para que el niño crezca feliz, seguro de sí mismo y empático con los demás.
Recuerde: la crianza no es un proceso de “quebrar” la voluntad ajena, sino un viaje conjunto en el que el padre guía, apoya y ayuda al niño a revelar su verdadero potencial.