Características de la alimentación funcional

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La alimentación es uno de los factores más importantes que influyen en la duración de la vida.

La alimentación funcional significa obtener con los alimentos la cantidad necesaria de minerales, aminoácidos, vitaminas, carbohidratos, proteínas y grasas para una vida plena.

Se pueden distinguir 3 componentes de la alimentación funcional que permiten influir en la salud y la longevidad. Estos son:

  • Cantidad de calorías consumidas
  • Estructura de la alimentación
  • Productos alimenticios específicos

 

Caloricidad de la alimentación

La cantidad de calorías que se ingieren con los alimentos no debe diferir significativamente en una u otra dirección de su gasto por nuestro organismo.

El indicador que determina la necesidad de restringir o aumentar la cantidad de calorías de la alimentación es el índice de masa corporal. Para conocer tu índice de masa corporal, debes dividir tu peso (en kilogramos) por tu altura (en metros) al cuadrado. Por ejemplo, si tu peso es de 80 kg y tu altura es de 1,8 metros, entonces el índice de masa corporal será de 24,7.

Un índice de masa corporal de 18,5 a 25 se considera normal.

Un índice de masa corporal inferior a 18,5 indica un peso corporal insuficiente.

Un índice de masa corporal de 25 a 30 indica un exceso de peso corporal. Todo lo que supere 30 es ya obesidad de diversos grados.

Con un índice de masa corporal superior a 30, es necesario considerar seriamente la limitación constante de la cantidad diaria promedio de calorías consumidas al 80% del nivel calculado (que es de aproximadamente 2500 kcal, pero debe determinarse individualmente), manteniendo al mismo tiempo la estructura de alimentación recomendada.

Con un índice de masa corporal inferior a 18,5, al contrario, se requiere aumentar el peso.

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Estructura de la alimentación

¿Qué combinación de productos en la dieta diaria se puede considerar óptima para la alimentación funcional?

Es ampliamente creída la opinión de que el vegetarianismo es el tipo de alimentación más “saludable”. Las investigaciones científicas modernas permiten afirmar que no hay pruebas convincentes para tales conclusiones.

Por el contrario, hay pruebas de que los vegetarianos, debido a su dieta, carecen de algunas vitaminas y sustancias necesarias para el organismo, lo que provoca diversas enfermedades. Las más peligrosas son los trastornos mentales.

Los vegetarianos constituyen un grupo heterogéneo compuesto por semivegetarianos (consumen alimentos vegetales, productos lácteos, huevos y pescado), ovolactovegetarianos (consumen alimentos vegetales, productos lácteos, huevos) y veganos (consumen solo alimentos vegetales).

Según los ideólogos vegetarianos, las personas que siguen una dieta vegetariana tienen mejor salud y viven más tiempo que los no vegetarianos, porque las personas que consumen leche, productos lácteos, carne, huevos y pescado están en riesgo de salud.

En realidad, las personas más saludables de Europa son los habitantes de Islandia, Suiza y Escandinavia, que consumen grandes cantidades de alimentos de origen animal.

Un meta-análisis de varios estudios prospectivos no reveló diferencias significativas en la mortalidad por cáncer colorrectal, cáncer de estómago, pulmón, próstata o mama y accidente cerebrovascular entre vegetarianos y personas “ignorantes” saludables.

Los vegetarianos mostraron una disminución en la mortalidad por enfermedad cardíaca isquémica, probablemente debido a niveles más bajos de colesterol total en suero, menor prevalencia de obesidad y mayor consumo de antioxidantes.

Es bastante obvio que el consumo suficiente de frutas y verduras, y no la exclusión de la carne, crea beneficios para la salud.

El vegetarianismo no es en absoluto una alimentación funcional, sino una forma de restricción alimentaria. En la sociedad moderna sobrealimentada, la restricción alimentaria es un plus, pero solo si no conduce a una deficiencia de nutrientes.

El consumo de una pequeña cantidad de carne podría aumentar la esperanza de vida de los vegetarianos.

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Es muy popular y se considera correcto el llamado “alimentación separada”, en la que los alimentos proteicos se consumen por separado de los carbohidratos.

Sin embargo, este punto de vista tampoco tiene ninguna base científica. Si tal alimentación fuera racional, la evolución sin duda habría creado dos tractos digestivos, uno para los alimentos proteicos y otro para los carbohidratos.

Detalladamente sobre el daño de la alimentación separada lo contamos en el artículo “Alimentación separada: mitos y hechos”.

Cualquier dieta no es una alimentación completa, equilibrada y funcional. Para una vida normal se requieren en ciertas proporciones proteínas, grasas, carbohidratos, vitaminas y microelementos.

Entre las dietas conocidas, la llamada “dieta mediterránea” está más cercana a lo óptimo. Más sobre ella lee aquí ☛.

Hoy en día se puede afirmar que en la dieta de una persona que quiere vivir una vida lo más larga y saludable posible, deben estar presentes tanto verduras como pescado, y productos cárnicos, lácteos, alimentos grasos, cereales y mucho más.

¡La diversidad es lo más importante en la alimentación! Cuanto más variada sea tu mesa, más completa y funcional será tu alimentación.

Es posible que la longevidad de los japoneses esté relacionada con su alimentación. Así, la mesa japonesa tradicional consta de una gran variedad de pequeños platos diversos, tanto vegetales y de frutas como de carbohidratos, carne, pescado y mariscos. En otras palabras, la mesa japonesa tradicional representa una gran diversidad alimentaria que proporciona una alimentación funcional.

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Recomendaciones generales sobre la alimentación funcional

Recomendar normas estrictas de consumo de productos sería incorrecto: no hay suficientes razones para ello.

Se puede comer de todo, teniendo en cuenta la cantidad total de calorías.

El principio principal de la alimentación funcional es el siguiente. La base de la dieta debe consistir en 2/3 de alimentos vegetales, a los que se agregan en pequeña cantidad productos de origen animal: pescado y mariscos, un poco de carne (100–150 gramos 2–3 veces por semana, preferiblemente carne blanca), huevos, grasas vegetales y animales (aceite de oliva, aceite de coco, mantequilla, mejor mantequilla clarificada, tocino), queso, requesón, crema agria.

Si eres vegetariano, es aconsejable que incluyas en tu dieta al menos pescado graso, mantequilla y huevos.

Los métodos más perjudiciales para cocinar son los de alta temperatura (freír, hornear, parrilla), en los que se forma una costra en la superficie que contiene carcinógenos y proteínas glicadas.

Los métodos más beneficiosos para cocinar son hervir, guisar y el tratamiento con microondas.